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Pisando la vida

"Pisando la vida"
Acrílico sobre tela. 102 x 92 cm.
Año 2013

Con paso firme y decidido, de puntillas o sobre las plantas, es preciso pisar la vida. Los sueños, sin acciones, siempre serán sueños. Cuando siembras una semilla, lo haces pensando en el sabor del fruto que algún día esperas tener entre tus manos. Es necesario, sin embargo, continuar alimentando la planta hasta que veamos madurar en sus ramas aquello que tanto anhelábamos, y también tener el valor de arrancar la fruta del árbol para poder saborearla antes de que se pudra. ¿Cuántas veces habrás tenido el fruto de tus esfuerzos al alcance de tus manos y lo has dejado caer al suelo sin disfrutarlo?

Contra el viento

"Contra el viento"
Acrílico sobre tela. 100 x 92 cm.
Año 2013

Un ceño fruncido o una mirada hostil sólo pueden esperar que les sea devuelto su propio reflejo desde los ojos de quienes observan. Mientras sigamos pensando que la vida es una lucha, seguiremos manteniendo frentes abiertos, enfrascados en una pelea con ella hasta el final. No insistas en oponerte a todo lo que te acontece; a veces, lo que piensas equivocadamente que es un viento en contra, puede ser el soplo que te empuje a navegar hacia el puerto que andabas buscando.

En llamas

"En llamas"
Acrílico y óleo sobre tela. 100 x 92 cm.
Año 2013

El amor y la pasión no tienen que ver únicamente con las relaciones de pareja. Vive enamorado de lo que haces, de las personas con las que te frecuentas, de tu casa, de tu ciudad...de ti mismo. Llena tu vida de razones para amarla y tu existencia se transformará en un eterno romance entre tú y todo lo que te rodea. Y así, cuando (como en toda relación) soplen vientos de dificultad, estos servirán para reforzar aún más el vínculo entre los amantes; tú y la vida, la vida y tú. Una historia de amor eterno que mantendrá viva por siempre la llama de la juventud en tu corazón.


Fluir

"Fluir"
Acrílico sobre tela. 100 x 92 cm.
Año2013

¿Cuándo vas a ponerte en pie para reconocer tu grandeza, tu eternidad y tu trascendencia? ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que no eres esa pequeña parte de ti que llamas «yo»? No tienes que pedir permiso para ser quien eres. ¿Acaso el agua pregunta el camino que debe seguir para formar un río? No, sólo fluye y transforma el paisaje a su paso. Deja de contenerte, fluye y transforma tu vida conforme avanzas. Un alma decidida a ser, abre caminos; y la tierra entera se aparta a lado y lado para permitírselo.

Caminos

"Caminos"
Acrílico y óleo sobre tela. 60 x 73 cm.
Año 2013

“La enseñanza es el camino
y tú, el caminante.
Quien trae la enseñanza
no es más que otro peregrino, igual que tú,
que hizo ese trayecto antes.
No te adhieras a nada ni a nadie
sino a tu propio viaje.
Sólo tú puedes hacerlo
como ningún otro ser sabe.”

Estelas

"Estelas"
Acrílico sobre tela. 100 x 60 cm.
Año 2013

¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es la misión que he venido a cumplir? Estas preguntas, que surgirán cuando creamos haber resuelto todos los demás interrogantes sobre nuestras vidas y cuyas respuestas marcarán irremediablemente un antes y un después en nuestra existencia, no pueden contestarse sin acudir a una visión de la realidad bastante más amplia que la que estamos acostumbrados a sostener. Enfrentarse a estas cuestiones vitales implica encontrarle algún propósito a nuestro tránsito por la vida, y asumir que vivir debe servir para algo más que simplemente llegar, estar durante un tiempo y partir como si nada hubiese ocurrido. Todos nuestros esfuerzos por dejar nuestra estela en este mundo tienen necesariamente que tener alguna utilidad que no sea sólo dejar nuestro nombre inscrito en un censo como único testimonio de nuestro paso.

Claridad

"Claridad"
Acrílico y óleo sobre tela. 92 x 73 cm.
Año 2013

Todas las vidas guardan, en potencia, un sutil toque de heroísmo. El ruido de lo cotidiano, sin embargo, parece ahogar la visión de lo grandioso que anida en el núcleo de cada existencia. Y es que el tímido temblor de una vela apenas significa nada a plena luz del día. Sólo al estrechar la oscuridad sus tentáculos sobre las conciencias, ese fulgor interno se contempla más intenso, más potente, más luminoso. El impulso del guerrero, aletargado hasta entonces en las profundidades del ser, despierta avivado por este fuego interno e inicia su odisea para sacudirse el caparazón de sombras. La vida recobra, ante esta nueva claridad que nace de nuestro centro, su aire épico olvidado; y el alma recupera la memoria de su origen prodigioso, acabando de una vez con el hechizo de mediocridad que pesa sobre su entendimiento.

Mágicos momentos

"Mágicos momentos"
Acrílico sobre tela. 100 x 73 cm.
Año 2013

La vida es una línea que surca la existencia, cuya trayectoria comienza con un sueño y culmina con un despertar. Unas veces recto, otras torcido, este trazo siempre nos conduce hasta nuestro destino. Cuando somos niños, nuestro soñar, ligero aún, se encuentra repleto de mágicos momentos. Instantes que quedarán para siempre atesorados en la memoria; olores, colores y sonidos de un mundo prodigioso en el que vivimos algún día, y que son la llave que abre las puertas a la felicidad. Es imposible recuperar ya ese pasado, aunque sí podemos ver el presente y el tiempo que ha de venir con la misma mirada de entonces.


Despertar

"Despertar"
Acrílico y óleo sobre tela. 120 x 81 cm.
Año 2013

En mi opinión, somos capaces de mucho más de lo que pensamos. Nos hemos instalado, sin embargo, en una zona de confort que mantiene plegadas nuestras alas; llevando una existencia a ras del suelo, y renunciando a las alturas que un día soñamos con alcanzar. Nada ocurre por azar y, si estás leyendo estas líneas, es posible que el despertar esté cerca. Gradualmente, ve desperezando tu vida y preparándote para emprender tu vuelo.


Fantasía

"Fantasía"
Acrílico y óleo sobre tela. 114 x 97 cm.
Año 2013

La vida se torna vacía y pobre sin la presencia de la fantasía. El imperio del intelecto trasforma nuestro panorama interno en un universo restringido a los límites de lo imposible. La razón levanta muros alrededor de nuestros potenciales; la imaginación, los supera. Aunque hay que reconocer que una mente soñadora en exceso puede perderse por los caminos vanos de sus propias ilusiones. El secreto se encuentra en el equilibrio justo de estas dos cualidades, y en el orden en el que les permitimos actuar en nuestros proyectos. Primero sueña, y después permite que tu razón guíe esos sueños hacia la realidad.


Alegría

"Alegría"
Acrílico y óleo sobre tela. 73 x 81 cm.
Año 2013

La cara es el espejo en el que se refleja nuestro sentir. Al mirar a nuestro alrededor, todos buscamos sonrisas que devolver y que coloreen nuestros estados de ánimo. ¿Será que queremos encontrar fuera, para contagiarnos, la felicidad que a veces nos cuesta encontrar dentro de nosotros? ¿O será que necesitamos mantener a la tristeza a raya para que su sombra no enturbie nuestras experiencias? Sea lo que sea, la alegría no es más que el conjunto de tonos vivos y brillantes que colorean nuestras vidas; y si no derramamos estos pigmentos en nuestra paleta, tampoco los encontraremos en el lienzo que contemplemos.

La otra cara

"La otra cara"
Acrílico y óleo sobre tela. 73 x 81 cm.
Año 2013

No es posible conocer la alegría sin saber lo que es la tristeza. Y es que siempre necesitaremos de los contrastes para medir el grado en el que nos satisfacen nuestras experiencias. Luz y oscuridad, frío y calor, placer y dolor, alegría y tristeza…Todo tiene su otra cara; aquella que hace que cada vivencia sea más intensa comparándola con su contraria. Los momentos amargos no son nuestros enemigos, sino nuestros maestros: nos enseñan a apreciar el sabor de lo dulce y a que nos esforcemos a salir de las sombras cuando éstas se ciernen sobre nuestros corazones.


Alcanzar un sueño

"Alcanzar un sueño"
Acrílico sobre tela. 116 x 81 cm.
Año 2013

Existe un lugar, al que únicamente tú puedes llegar, donde todo lo que parece inalcanzable se transforma en posible; donde todos los secretos y misterios del universo se desvelan; y donde todos los sueños se hacen realidad al instante. Ese lugar está cerca; ese lugar eres tú.


Sensibilidad

"Sensibilidad"
Acrílico y óleo sobre tela. 114 x 73 cm.
Año 2013

Sólo en la quietud de los sentidos le es posible al corazón abrirse a los dones del alma. En el silencio, la razón se ausenta para que un mundo escindido en fragmentos regrese de nuevo a la unidad. Emerge pues una nueva mirada, plena de sensibilidad, que desvela la esencia de las cosas. El alma se conmueve al reconocerse a sí misma en todo lo que contempla y reúne, uno a uno, los retazos de belleza extraviados en las gélidas manos del intelecto. Es entonces cuando un poema, una melodía o cualquier otra obra recuperan su vigor para estremecer conciencias, y se despierta en nuestro pecho un suave aleteo que arranca de nuestros ojos lágrimas de gozo.



Pasión y armonía

"Pasión y armonía"
Acrílico sobre tela.100 x 130 cm.
Año 2013

“El Espíritu danza sin cesar;
aferrado al talle de la realidad,
entre la quietud y el estruendo
dirige sus pasos.”

Cuando nuestras almas desembarcan en este mundo, sus primeros pasos sobre tierra firme avanzan colmados de poderosas intenciones. Comienza entonces una danza con la existencia, un proceso de ajuste entre el noble ideal que portamos en nuestras conciencias y la presión que ejerce la realidad sobre nuestra voluntad zozobrante. Sólo el ardor que emana de una pasión auténtica por nuestras aspiraciones impedirá que los gélidos aires de la razón alcancen a sofocar la llama de nuestra esencia. Sólo un corazón incendiado por la hoguera del espíritu logrará conquistar la armonía entre lo interno y lo externo, imponiendo su música y sus movimientos en el baile con la vida.


Donde yacen los miedos

"Donde yacen los miedos"
Acrílico, vino tinto y óleo sobre lienzo. 92 x 73 cm.
Año 2013


Desde que llegamos a este mundo comenzamos nuestra andadura de la mano de un compañero inseparable: el miedo. En ocasiones real y otras veces imaginario, el miedo no deja de ser una emoción extraña que despierta odio y admiración al mismo tiempo. Mientras que algunas personas tratan de evitar este sentimiento a toda costa; otras, sin embargo, encuentran en las sensaciones físicas que provoca una forma de euforia. Es un hecho innegable que el miedo supone una herramienta necesaria para garantizar nuestra supervivencia; mas el problema se presenta cuando, en lugar de ser un aliado que nos ayuda a avanzar, el temor se convierte en un terrible enemigo que nos corta las alas y nos mantiene paralizados siempre a ras del suelo.

Las emociones son los pigmentos que aportan magia y color a nuestras experiencias. Y aunque es preferible teñir la vida con tonalidades que le añadan viveza, no debiéramos olvidar el papel que cumplen el negro o los grises al realzar, por contraste, el brillo de cualquier gama que se sitúe próxima a ellos. Caminar por la vida eludiendo nuestros temores (es decir, evitando el negro o los grises), únicamente conseguirá restarle esplendor a nuestras vivencias y relegar nuestros fantasmas al banco de imágenes que pueblan nuestro subconsciente. Allí permanecerán luchando por emerger a la superficie, a la espera de que algún acontecimiento agite nuestras aguas internas y ponga fin a su destierro para que podamos sentir su presencia en nuestras vidas.

Cuando esto ocurre, la línea que separa el mundo onírico del de nuestras experiencias se torna tan delgada que somos incapaces de distinguir lo real de lo imaginario. Entonces nuestra vida se viste de una atmósfera inquietante…de una luz espectral, en la que las circunstancias más inofensivas adquieren un cariz amenazante al proyectarse como sombras que nos sobrecogen el alma. El miedo comienza a ganar terreno sobre nosotros; obligándonos a mantener una huida constante; arrinconándonos; inmovilizándonos. Sólo enfrentando ese aullido que proviene de las profundidades de nuestra mente lograremos ponernos de nuevo en marcha y ganarle la batalla al miedo. ¿De qué estoy huyendo? ¿Miedo a qué?




Las manos de mi madre

"Las manos de mi madre"
Acrílico sobre tela. 92x73 cm.
Año 2013

Es inevitable, por mucho que se nos anime a seguir adelante, volver a veces la mirada hacia atrás sobre el camino que hemos recorrido a lo largo de nuestra vida. Y aunque el único instante que importa es siempre el presente, no debemos olvidar que somos el producto de nuestras experiencias pasadas; y que éstas, aun sabiendo que podemos reinventarnos a cada momento, seguirán influyendo de alguna forma en las decisiones que tomemos hoy. Al desandar mentalmente mis pasos, caminando de regreso hacia mi punto de partida guiado por el frágil hilo que entrelaza mis recuerdos; en cada instantánea atesorada en mi memoria, encuentro tus manos. En ocasiones, incluso puedo sentir como vuelven a posarse, cálidas y suaves, sobre mi cabeza o mis mejillas, alborotando mis cabellos y enmarcando mi rostro con orgullo. Otras veces, sin embargo, desaparecen; como si se hubiesen hundido para siempre en el oscuro pozo del olvido, y me asalta el temor de no poder atraparlas de nuevo en mis pensamientos. En esos momentos de extravío, trato de aferrarme a la certeza de que no hubo un sólo instante en el que tus manos dejasen de estar junto a mí, moldeando mi carácter y dando forma a la persona que soy hoy. Tus manos cosiendo, cocinando, lavando y planchando. Siempre bailando alrededor de la casa. Cerrando la puerta al salir a trabajar, y regresando cansadas pero siempre llenas de caricias. Manos que dibujaban historias en el aire, contando cuentos sin palabras. Manos que entonaban canciones al terminar el día y que decían «te quiero hijo» mientras me arropaban debajo de las sábanas. Las manos que me elevaron del suelo cuando me caí y que aliviaron los golpes que recibí, tanto en el cuerpo, como en el alma. Manos que ocultaron su propio dolor para espantar con dulzura y determinación mis temores y tristezas. Las manos que sostuvieron mis pasos cuando era un niño y que, aún hoy, siendo un adulto, puedo sentirlas bajo mis pies al caminar. Las manos que, a pesar del tiempo que transcurra, jamás podré olvidar: las manos de mi madre.


Guardianes del alma

"Guardianes del alma"
 Acrílico sobre lienzo. 70x140 cm.
Año 2013


Nada nos pertenece. Ni siquiera el tiempo que se nos ha otorgado, que transcurre lento y callado sin que nada podamos hacer por amarrarlo. Sólo somos dueños de un minúsculo instante, el presente, que una vez que haya pasado frente a nuestros ojos, únicamente lo podremos disfrutar como un vago recuerdo cuya imagen se torna cada vez más borrosa en nuestros corazones. Como seres humanos, nos asusta el dolor de perder esos momentos, y luchamos inútilmente por aferrarnos a esos retazos de nuestra historia atesorándolos en algún lugar de la memoria. Sin embargo, detenernos a contemplar las cosas que fueron o que no pudieron ser, es desperdiciar nuestro valioso préstamo. Lo mismo que posponer la felicidad para otro momento que aún no se nos ha entregado. La lección que trata de enseñarnos todo esto, y que es la más difícil de aprender, es que la vida hay que disfrutarla aquí y ahora, y que mañana puede ser demasiado tarde para dar ese beso, para regalar ese abrazo o para decir ese «te quiero».

Si lo pensamos bien, no nos cuesta tanto aceptar la idea de nuestra propia partida como la de que sean nuestros seres queridos a los que les llegue el momento de cruzar el umbral. Explorar el sentido de la vida y la muerte supone adentrarse en el terreno profundo de nuestras creencias. Y sólo la fe en que la muerte no sea algo definitivo, sino un breve alto en el camino, nos ayudará a superar el dolor que sentimos por la despedida. Ellos seguirán cuidando de nosotros desde donde se encuentren, ya que las lecciones que aprendimos mientras estuvieron a nuestro lado permanecerán siempre en nuestros corazones. Añoraremos su presencia, mas al cerrar los ojos, seguiremos sintiendo sus almas entrelazadas a las nuestras, ofreciéndonos protección y guía a través de nuestros sueños. La huella de luz que dejó su paso por nuestra vida permanecerá imborrable en nuestro recuerdo, y mantendrá viva  la esperanza de que algún día volveremos a vernos.