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Gracias

"Los Andes"
Óleo sobre lienzo. 55x38 cm.
Año 2000

"Paisaje escocés"
Óleo sobre lienzo. 55x38 cm.
Año 2000

"Flores"
Acrílico sobre madera. 17x23 cm.
Año 1999


Todo mi agradecimiento a quienes me animan a seguir pintando. Familia, amigos, profesores y personas anónimas que con sus luces y sombras me han enriquecido.
Y por supuesto a la persona que, con su infinita paciencia, me ha ayudado a plasmar por escrito lo que yo busco contar a través de mis pinturas. Muchos de sus textos acompañan a mis cuadros.
Un estupendo coach y formador personal: Juan Navarrete.

Gracias y feliz año 2013.









Volver a empezar

"Volver a empezar"
Acrílico y óleo sobre tela. 73x92 cm.
Año 2012 


Cuando acometemos por primera vez una nueva actividad, sea del tipo que sea, es inevitable enfrentarse a situaciones con las que no contábamos en un inicio. Hay que ser muy valientes y decididos para lidiar con las embestidas de la frustración y el desengaño al darnos cuenta de que no somos tan buenos como pensábamos al comienzo. Hay incluso quienes nunca llegan a emprender nada nuevo en sus vidas pensando en esos golpes, y permanecen siempre escondidos tras la barrera de sus propios miedos, observando un desfile interminable de oportunidades caminar frente a sus impávidas miradas.

Cuando se aprende a montar a caballo, hay que estar preparados para levantarse y volver a subirse a la grupa del animal en el mismo instante en el que uno toca el suelo. Si no se hace de esta manera, el temor se termina apoderando del aprendiz, y éste jamás llegará a convertirse en un jinete experimentado. En la vida ocurre algo similar. Si queremos cumplir el propósito con el que nuestra alma vino a este mundo, no lo lograremos conformándonos con caminar a ras del suelo, donde el miedo nos arrastra hacia un abismo que consume todos nuestros sueños, y desde donde no podemos divisar el plan completo de nuestra vida.

En cambio, hay que estar dispuestos a elevarse sobre cualquier duda que cuestione nuestra valía y escapar de las inquietantes sombras de la incertidumbre. Para eso es necesario que el corazón le regale sus alas a la mente, para que ésta pueda proyectar nuestras aspiraciones hacia el infinito, hallándoles un lugar al lado de sus hermanas las estrellas.

Pero cuidado, a volar también hay que aprender, y hasta que tus ideales no se transformen en vigorosas alas que te sostengan en las alturas, tendrás que besar el suelo muchas veces. Es en esos momentos, si no deseas quedar atrapado en las retorcidas garras del desencanto, cuando tendrás que insuflar de ilusiones renovadas el aire bajo tus alas y emprender un nuevo vuelo con la esperanza de que el siguiente aterrizaje no se convierta en un duro golpe, sino que esta vez tus pies se posen suavemente sobre tus anhelos cumplidos.